2.14.2012

Porque te llevo en mi corazón

-¿Por qué no lo aceptas?
Me mordí el labio con fuerza hasta clavar bien los dientes y hacerme sangre.
Vi la flor en sus manos y me entró nostalgia: un clavel rojo, muy bonito por cierto, pero... significaba mucho, y yo no había pensado en nada.
-Porque no pensé que esta fecha fuera muy importante como para hacer un regalo -recuerdo haber dicho con la voz abnegada por la presión.
Lo escuché ahogar una risita y me estampó el clavel en pleno pecho. Al principio me sorprendió, no vi su expresión porque analizaba críticamente mis zapatillas (sólo para rehuir su mirada) y, claro, pensé mal. Pero en cuanto lo vi levantar las comisuras de sus labios, vi que sonreía abiertamente.
-Eso da igual, quería hacerte el regalo, y lo he hecho. Y te has puesto roja como si hubieras comido jalapeños picantes o avergonzada, cosa que era mi maléfico plan desde el principio -añadió con guasa-. Porque te ves muy mona de rojo... igual que el clavel.
-¿Y por qué no una rosa? -pregunté tomando con mucho cuidado la flor entre mis manos, ensimismada en sus pétalos interminables.
-Porque mi padre compró un montón de estos para mi madre pero resulta que a ella le gustan más las peonias, así que... -y se encogió de hombros.
Lo miré desafiante.
-De acuerdo -accedió al final-, la vi en una floristería sola y sin compañeras claveles y me dije: "Yo sé quién aceptará una flor solitaria" y pensé en ti, oh, mi solitario clavel. Además, las rosas son demasiado traicioneras,  y tú no lo eres, como un clavel: puro, perfecto y sedoso.

2.09.2012

Caminando por las calles de mi ciudad

Con los minicascos blancos escucho cómo la melodía tintinea en el fondo de mis tímpanos, alejando la realidad que me agobia. No digo que debamos alejarnos de ellas, bien lo decía Aristóteles... -no me seáis epucureístas- pero yo no vengo a hablar hoy mismo de filosofía, básicamente vengo a exponer lo que siento cuando camino por las calles de mi ciudad un día invernal como hoy.
¿No habéis tenido esa sensación que bien en una manzana -no fruta- estáis de un ánimo dulce escuchando la banda sonora de El rey león y luego, cuando cambia la canción y surge algo de rock, se os da por querer comeros la calle en la siguiente manzana?
Dejadme responder que... a mí me pasa siempre.
Es gracioso si lo pienso bien. No soy bipolar, eso es absolutamente cierto, pero es como si de repente tuviera mi propia banda sonora, como se dijo en LOL, esa película francesa adolescente, es un estilo guay y rompedor típicamente americano, aunque ahora cada uno lo ha adaptado a su manera. Y yo lo he adaptado a  dedicarlo a fantasear mientras camino por las calles de mi ciudad invernal un día como hoy.
Además está la lluvia que le da un toque fantástico, aunque atraviese la condenada cazadora impermeable y luego pille un catarro de los mil demonios, es increíblemente agradable, porque la felicidad del momento no hay quién me lo quite. Y cuando llego a casa calada hasta los huesos con una sonrisa de oreja a oreja y me preguntan la típica pregunta de : "Hija, ¿y tu paraguas?", yo responda igual de sonriente al lado de la calefacción que se lo llevó el viento. Sí, el viento es un gamberro ladrón de paraguas.
Ahora bien, lo que yo quería desde un principio es que os busquéis vuestra propia banda sonora y salgáis a pasear por las calles de vuestra ciudad y comprobéis lo divertido que puede llegar a ser mirarla con ojos y oídos nuevos, mucho más abiertos a la imaginación e inspirativos, porque bien la esquina puede ser un gran descubrimiento.

2.05.2012

Estreno del sombrero de invierno

Varias veces pienso que esto es melancólico, pero me encanta mirar por la ventana en los días de lluvia, escuchar el golpeteo de las gotas chocar contra el cristal de la ventana a pesar de que luego tendré que limpiarlas... 
Me da igual.
También me gusta ver las nubes ocultando el cielo, de día blancas o grises y de noche violáceas o anaranjadas. 
Me gusta.
Sobre todo cuando estoy acurrucada en mi cama, viendo cómo los niños corren fuera, siendo libres, mientras yo he perdido esa jovialidad por el qué dirán de mí si me uno a ellos y correteo y vuelvo a ser una niña feliz.
Pero ahora que lo pienso... quiero correr, quiero coger un resfriado infantil, quiero ser feliz, quiero patinar y caer de bruces si resbalo... quiero mi jovialidad. Quiero volver al pasado y decirme que aproveche esos pequeños momentos que ahora echo de menos. 
Porque quiero sonreír sin que mi cerebro me lo dicte.